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Reveries

Los Seres Ariscos

Si algún diá vuelvo cansado a casa, lo que más me gusta es meter los pies en agua fría, siempre hay un pez que entra por la parte de arriba de la puerta del baño. Cuando tengo hambre ruge el suelo, las ventanas, dejan de rugir por los autobuses y rugen por mí. El pez es grande como una persona, y se queda observándome hasta que termino. Luego se va por la ventana del salón. En casa no estoy nunca seguro. Si se me cierran los parpados y cabeceo por el sueño, vienen varios hombres con gabardina gris. Dan patadas a todo el mundo, y si alguien busca devolverles el golpe se multiplicarán en número. Dadas las óptimas circuntancias de temperatura, humedad y diferencia de potencial eléctrico que en casa tengo, los desperdicios abandonados por mucho tiempo en el suelo se reúnen por sí solos en una bolsa y salen de casa en procesión, sin olvidar perfumar con esencias todas las estancias para cubrir el hedor. Pero esto no es motivo para alegrarse, ya que no lo hacen por mí sino por la incomodidad que otros seres les causan. Hay varios cúmulos de polvo y suciedad, que se desplazan arrastrándose por el suelo, cuyo modo de vida es la violencia. Miran amenazantes y me enseñan los dientes, hacen que me tropiece mientras camino, y al intentar barrer para eliminarlos, muerden la escoba para fijarse a ella, y logran morderme a mí después para defender su sitio y esconderse de nuevo. Al abrir de nuevo los ojos despues del episodio de los hombres de gabardina gris, es todo bastante extraño, aunque no me sorprende, y la gente se mira entre sí. Las pieles de plátano negras del suelo, trozos de pan, ajos y patatas en descomposición que habitan armoniosamente el suelo, no encuentran desde hace tiempo lugar para vivir en paz, ya que los cúmulos de polvo y suciedad dominan cada rincón de la casa. Nunca estoy seguro, porque ni siquiera el pestillo de la puerta de mi habitación es efectivo. Se cuelan por las rendijas tras desintegrarse, y cuando toda la porquería ha atravesado, vuelven a generarse los seres. Por eso pocas noches me permito el lujo de dormir, para evitar que esos seres me estudien de cerca.

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