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Reveries

Luis

        Hay días que Luis no hace nada. Se despierta, y no se levanta. Se levanta, pero enseguida se sienta. Mira la pantalla del ordenador. Mira el gotelé. Mira fijamente a un pájaro. Mira sus libros, todas las cosas que tiene que hacer. Luis se pregunta si lo que él  realmente quiere es pegarse una buena vidorra y dejar de complicarse. Se está quedando calvo. Sus genes parecen no llevar inscrita la alopecia, pero se está quedando calvo. Él cree que es por pensar tanto: la interacción de sus neuronas le recalientan la cabeza y perjudican su cuero cabelludo. Tiene un frasco de champú que lleva una etiqueta en la que dice que aplicárselo una vez al día frena la caída del pelo, y, cuando lo utiliza, se queda mucho más tranquilo.

 

        Luis se recuesta en el sofá para ver la televisión, pero el mando a distancia no tiene pila y se queda dormido adoptando una extraña posición. Dado que ha dormido demasiadas horas por la mañana, el absurdo descanso termina pronto, y piensa enseguida en comer algo. Va a la cocina para hacerse la comida. Todo lo de la cena de anoche está sucio y seco, por lo que abre el grifo del fregadero para limpiarlo todo. Lo cierra y piensa que ese día irá a comer al restaurante de debajo de casa, que no es tan caro y que por una vez no importa. Deja todo sucio.

 

        Al volver a casa, va al baño a poner un huevo. El pastelico. Al verse en el espejo se da cuenta de que ha echado tripa, pero sigue estando igual de atractivo. Decide ponerse a estudiar, que es menester y además buena falta le hace. Se queda en un mero intento, uno de muchos. Se para a pensar y se le ocurre que quizás

 

que igual escribe un ensayo, o que hablará de ello cuando tenga que escribir una tesis doctoral en el caso de que nadie lo haya hecho ya. 

1 comentario

Charles Swann -

Aunque no sea la primera vez que lo leo, me sigue asomando una sonrisa en cada inmersión a un párrafo... El pastelico xDD
¡Larga vida a Luis!