El Juego de Ender

- Aquí, solo y sin nada que hacer, he pensado tambien sobre mí mismo. He intentado comprender por qué me odio tanto.
- No, Ender.
- No me digas "No, Ender". He tardado mucho tiempo en darme cuenta de ello, pero créeme, me odiaba, me odio. Y todo se reduce a esto: en el momento en el que entiendo verdaderamente a mi enemigo, en el momento en el que le entiendo suficientemente bien como para derrotarle, entonces, en ese preciso instante, tambien le quiero. Creo que es imposible entender realmente a alguien saber lo que quiere, saber lo que cree, y no amarle como se ama a sí mismo. Y entonces, en ese preciso momento, cuando le quiero...
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